Tema 3, Practica 3
E |
s algo que ocurre
de tanto en tanto. Un videojuego que parte de una base supuestamente banal y un
tanto inocente acaba por arrastrarlo a uno a ese universo virtual que se
muestra en la pantalla del televisor cuando se conecta la consola. Animal
Crossing, como en su día hicieron Los Sims, Pokémon o incluso el Tamagotchi, se
aprovecha de la facilidad que parece tener el ser humano para encariñarse con
seres artificiales que emulan nuestro comportamiento. Porque el juego de
Nintendo, como muy bien se han encargado de difundir desde la propia
desarrolladora, es un simulador de vida.
Eso |
sí, aquí se abandona toda pretensión de
realismo para dotar al juego de un aspecto inocente, muy del gusto oriental,
repleto de colores llamativos. Un juego de clara tendencia japonesa que, quizá
por eso, ha tardado tanto tiempo en llegar a territorio europeo.
C |
oncebido como
secuela para el popular título de Nintendo 64 Animal Forest, el juego parte de
una premisa tan sencilla como eficaz: vivir. Lo que implica que uno, después de
mudarse a la ciudad, tiene que hablar con la gente, conocer a sus vecinos,
ganar un sueldo o decorar la casa. El secreto del éxito hay que atribuirlo a
partes iguales a las inmensas posibilidades en una partida y a la acertada
utilización del tiempo real, manejado en este caso por el reloj interno de la
consola. Esto quiere decir que ciertos eventos ocurren en horas determinadas,
que las estaciones se van sucediendo una tras otra o que los cumpleaños se
celebran en un día concreto. El truco funciona y uno acaba queriendo volver al
juego porque tiene que felicitar a su vecino.
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